El fenómeno de los zoológicos humanos, exhibidos en Europa, sirvieron para asentar los principios expansionistas económicos al construir las nociones de los salvajes, lo exótico y los otros. De 1815 a 1958 significaron la popularización del racismo europeo y la legitimación de la conquista sobre los territorios de estos lugares no-europeos. Desde 1874, y tomando Alemania la delantera, el comerciante de animales artífice de zoológicos humanos fue Karl Hagenbeck. Montó espectáculos en los que se mostraban individuos de pueblos “exóticos”. En el primer año recibió un millón de visitas. El 6 de mayo de 1889 se celebró en París la Exposición Universal. En el marco de la celebración de la Revolución y su lema de Igualdad, Fraternidad y Libertad, se exhibieron como salvajes a los indígenas selknam, raptados de la Tierra del Fuego, junto a otros aborígenes. Los hermanos Lumiéres realizaron películas de la exposición, registrando su multitudinaria concurrencia y el disfrute de estas exhibiciones humanas. El Jardín de Aclimatación, en París, fue uno de los lugares construidos como escenografía para exhibir animales, plantas y “salvajes”. La “mirada científica” también ayudó a enfatizar las diferencias culturales entre las naciones occidentales y las no-europeas. Para ello se recogerá esta mirada sobre estos cuerpos. En los diarios de viaje de Darwin se puede leer que consideraba a los fueguinos como “las criaturas más abyectas y miserables”. Darwin llegó al falso convencimiento de que los nativos practicaban el canibalismo. Estas conclusiones “científicas” se popularizaron a partir de 1850. En esos años aparece el Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas (1853) del escritor francés Joseph Arthur de Gobineau, obra inicial de la filosofía racista.